martes, 26 de abril de 2016

Mejor hubiera sido sacar la basura



MI HERMANO Y YO habíamos salido a cazar con un rifle de balines. Acordamos que aquél que matase menos lagartijas tendría que sacar la basura durante un mes. Él falló todos los disparos. Yo, en cambio, acerté diez de diez. No obstante, cada vez que íbamos a recoger mis lagartijas, no hallábamos de ellas ni siquiera una gotita de sangre. Según mi hermano, la distancia y las condiciones atmosféricas, como el calor y la humedad, suelen producir ilusiones ópticas. Creo que esa explicación no se la creía ni él, pero le sirvió para justificar un empate y así no tener que sacar la basura.
Esa misma noche me desperté con un intenso dolor en los pies. Al correr las sábanas, descubrí que diez lagartijas traslúcidas me estaban mordisqueando los dedos. Hice de todo para quitármelas: patalear como si estuviera bailando un malambo, golpearlas con una enciclopedia, poner los pies en agua caliente, hasta que recordé haber visto en algunas series de tevé que la sal ahuyenta a los fantasmas. Desde entonces duermo con un salero y una caja de curitas sobre la mesa de luz. Pero lo peor de todo es que no le puedo demostrar a mi hermano que yo sí gané aquella tarde, porque cada vez que le pido que se quede en mi cuarto para ver las lagartijas, las muy sinvergüenzas no se aparecen.
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