A mediados de 2008 tomé la decisión de comenzar a
escribir. Lo hacía, claro, desde antes, pero de manera esporádica,
circunstancial, sin orden ni método. Unos meses después, y como parte de una
estrategia para no morir en el intento, abrí El elefante funambulista. Desde entonces han pasado cuatro años y, puedo
asegurarlo, la bitácora ha cumplido con su misión original largamente pero,
sobre todo, la ha trascendido...
Queda el compromiso renovado de continuar ensayando pasos
en la cuerda, de aprender y mejorar.
Gracias a todos por la compañía. Ustedes son los que le
otorgan sentido al Elefante.
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